lunes, 12 de mayo de 2008

TU MAR


Ilumina tu energía multitudes y horizontes.

Bramas entre los mástiles, iniciando el

primigenio naufragio humano.

El caos encubierto desde la eternidad del

hombre.

Y queda ahora solo una pobre luz encendida,

como un espíritu que vuela

rodando cuesta abajo,

en torrencial escape.


Y va el hechizo invisible de tus caracolas

perdidas,

las conchas capitales desde donde proviene

tu canto.

Los cielos del alma y las densas banderas

marinas,

hacia el mediodía roto por los arados del

viento...


¿Es el viento nocturno o acaso el dolor

de los hombres,

el que arranca tu canto estridente?

Todo se precipita entonces.

Una catarata vaciada en los sueños.

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