domingo, 1 de junio de 2008

UN SIGLO DE LITERATURA CHOAPINA (Sexta Parte y Final)



Nazer y Droguet

LOS TIEMPOS QUE VIENEN

EL NOVELISTA Germán López Droguet, conocedor a fondo de la literatura illapelina, manifestó hace algunos años: “Por aquella fijación histórica de saber que Chile es ribereño, que sus centros políticos y comerciales son sus puertos y ciudades marítimas, se nos acuñó también la presunción de que la cultura moderna sigue tal lineamiento. Por eso es que no deja de sorprendernos que una ciudad mediterránea, tan a tras mano de la columna de asfalto-cemento; escondida, además —o quizá protegida—por la cuesta Cavilolén, sea tan activa en el campo de la literatura. En su encierro, como el condenado —nos imaginamos— le surgió la necesidad de rayar claves en sus murallas, registrar fechas, camuflar secretos, esconder proyectos de vuelo, cronicar sus vivencias. De allí aventuramos el surgimiento de cronistas y ensayistas; de novelistas, cuentistas y poetas, de sus grupos literarios, sus revistas y folletos; sus libros, sus concursos literarios, su prensa escrita y radial; sus charlas y conferencias; sus tertulias cotidianas. Su historia precolombina, las minas, el agro, el incipiente mundo urbano y sus personajes, sin duda le incentivaron la necesidad de registro y de herencia. Y quienes lo hicieron, lo hicieron bien… “En cuanto a la calidad literaria actual, se nota la falta de taller. Y se nota porque el taller —con seguidores y detractores— ha sido un auxiliar en cuanta ciudad conozco de Chile y de otros países. Este diagnóstico lo considero grave, toda vez que al comparar con los prosistas del medio (siglo XX) y anteriores, veo que los contemporáneos han perdido terreno en su propia latitud, salvo —y eso hay que consignarlo— un par de notables excepciones... Los poetas, en cambio, se han afinado y modernizado, lo que no significa que lo hagan bien cuando tienen que escribir prosa —discursos, prólogos, etcétera—; más bien allí se constata el mismo abuso excesivo en las comillas y la falta de dominio respecto a los beneficios que brinda el computador vía el programa Word (o equivalente). Es decir, ellos en ese aspecto también necesitan taller: ya no es necesario, por ejemplo, poner entre comillas el título de un libro o del nombre de un local comercial, basta usar las letras cursiva y/o negritas, y punto: es un asunto de estética”.
En fin, todos los períodos de la literatura illapelina y de Choapa en general, tienen la virtud de ser muy flexibles. Admiten interpolaciones, sirven de hilo conductor, a veces bastante quebradizo. Tal es la regla de las influencias estéticas infundidas por al menos seis generaciones de escritores en el transcurso de la última centuria, la del 900, la del 33, la del Bicentenario, la del 69, la del 90 y ahora último, la del Nuevo Siglo.
Sus líneas de avance no son rectas. Su equilibrio dibuja dislocaciones y estratos caprichosos. Sólo el tiempo los asienta en una perspectiva que, para fines didácticos, alguien diría normal y claras. Lo que sí es categórico y no existe controversia alguna: lllapel ha tenido y mantiene un arraigado ancestro literario, el que, en todo caso, debiera ser permanentemente estimulado, ojala de manera institucional, de manera que los nuevos valores emerjan en un contexto menos dificultoso y más motivante.
Cuando hoy el vetusto Libro Becerro, tronco medular de nuestro follaje idiomático, celebra sus 220 años de existencia, reiteramos una vez más que la provincia a lo largo de Chile y de la POETAS DE CHOAPA JUNTO A SUS PARES INVITADOS, EN CUZ CUZ historia, ha sido cuna de grandes escritores y figuras trascendentales a nivel mundial, muchos de los cuales provino del pueblo mismo.
En consecuencia la comunidad en pleno de Salamanca, Illapel, Canela y Los Vilos deberá imponer mayor voluntad para cuidar y cobijar a sus artistas propios, quienes representan el reflejo de la suma de sus días y también de sus tradiciones más sublimes. ®

Patricio Nazer (Autor de la Crónica)


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