EL LAMENTO DEL VIEJO MUELLE
Por Abelardo Venegas
A cada embate de las olas
a cada ráfaga de viento,
escucho, como el lamento
de un condenado a muerte,
el crujir del muelle viejo
Desde lejos da la impresión
de ser un agónico gigante
encadenado al puerto,
el que suplica
por un minuto de silencio.
Sin piedad,
las gaviotas se burlan de su ruego
y lo cubren sin cesar
con un manto de excremento.
Pausados y circunspectos,
los pelícanos se pasean
con desgano por sus maderos
mientras incitan a los piqueros
a zambullirse en el mar.
Son los actuales moradores del muelle viejo.,
La enmohecida grúa,
único vestigio que perdura
de su pasado esplendor,
semeja la mano del gigante
con un dedo en alto,
el que suplica le cedan la palabra.
Por sobre el aullido del viento
me parece escuchar su lamento:
-“Vileños,
son ustedes el último recurso
para postergar mi deceso.
Les suplico que lleven mi mensaje
por entre los valles
y los cerros del Choapa
hasta su más remoto confín.
Que no se olviden en Copmbarbalá,
en Canela, en Illapel,
en Salamanca, en Petorca
y no se en cuantos otros lugares,
que gracias a mi existencia
salieron de la miseria.
(El lamento del…)
Por mis espaldas salieron
hacia países lejanos,
el oro, la plata, el cobre
y un sinfín de metales
que hicieron de la región,
el mineral de Chile,
en su momento.
Desde mis embarcaderos
salieron hacia el mundo
los más diversos frutos
de los valles interiores.
Vileños, durante generaciones
vi pasar a tus ancestros
y hasta hace poco
te ayude a crecer en mi interior.
¿Recuerdas que en más de una ocasión
fui cómplice de tus amores furtivos
y compinche de tus farras y juegos?
Conmigo estudiaste y en mis tablas
grabaste tus recuerdos.
No me olvides por favor
que aún estamos a tiempo
y solo te pido,
que hagas un alto en tus tareas
y des a conocer mi ruego.”-
Escuchar el lamento del muelle viejo,
me hace recordar deliciosos momentos
vividos en sus vericuetos
y pienso que de verdad,
algo le debemos.
Por lo menos,… su permanencia en el tiempo.
A cada embate de las olas
a cada ráfaga de viento,
escucho, como el lamento
de un condenado a muerte,
el crujir del muelle viejo
Desde lejos da la impresión
de ser un agónico gigante
encadenado al puerto,
el que suplica
por un minuto de silencio.
Sin piedad,
las gaviotas se burlan de su ruego
y lo cubren sin cesar
con un manto de excremento.
Pausados y circunspectos,
los pelícanos se pasean
con desgano por sus maderos
mientras incitan a los piqueros
a zambullirse en el mar.
Son los actuales moradores del muelle viejo.,
La enmohecida grúa,
único vestigio que perdura
de su pasado esplendor,
semeja la mano del gigante
con un dedo en alto,
el que suplica le cedan la palabra.
Por sobre el aullido del viento
me parece escuchar su lamento:
-“Vileños,
son ustedes el último recurso
para postergar mi deceso.
Les suplico que lleven mi mensaje
por entre los valles
y los cerros del Choapa
hasta su más remoto confín.
Que no se olviden en Copmbarbalá,
en Canela, en Illapel,
en Salamanca, en Petorca
y no se en cuantos otros lugares,
que gracias a mi existencia
salieron de la miseria.
(El lamento del…)
Por mis espaldas salieron
hacia países lejanos,
el oro, la plata, el cobre
y un sinfín de metales
que hicieron de la región,
el mineral de Chile,
en su momento.
Desde mis embarcaderos
salieron hacia el mundo
los más diversos frutos
de los valles interiores.
Vileños, durante generaciones
vi pasar a tus ancestros
y hasta hace poco
te ayude a crecer en mi interior.
¿Recuerdas que en más de una ocasión
fui cómplice de tus amores furtivos
y compinche de tus farras y juegos?
Conmigo estudiaste y en mis tablas
grabaste tus recuerdos.
No me olvides por favor
que aún estamos a tiempo
y solo te pido,
que hagas un alto en tus tareas
y des a conocer mi ruego.”-
Escuchar el lamento del muelle viejo,
me hace recordar deliciosos momentos
vividos en sus vericuetos
y pienso que de verdad,
algo le debemos.
Por lo menos,… su permanencia en el tiempo.
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